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Las Inteligencia artificial vs. las personas

Escribo esto en un momento particular. La inteligencia artificial está en todas partes: trabajo, celular, redes. Y surge una pregunta inevitable: en esta carrera entre máquinas y personas, ¿quién va ganando?

La respuesta te va a sorprender: depende de qué parte de vos esté compitiendo.

Las máquinas tienen una ventaja injusta: nunca se cansan. No necesitan dormir, aburrirse o hacer silencio. Están siempre encendidas, siempre disponibles, siempre rápidas.

Y nosotros, sin darnos cuenta, empezamos a competir con ellas. Intentamos estar siempre disponibles, siempre rápidos, siempre produciendo. Como si fuéramos máquinas con piel.

Pero acá está el problema: no lo somos. Nuestro cuerpo y mente funcionan por ciclos. Necesitamos descansar, desconectarnos, digerir lo que vivimos. Cuando no lo hacemos, no ganamos la carrera. Simplemente nos agotamos.

¿Te pasó? Agarrás el celular "un segundo" y pasaron veinte minutos. Video tras video, noticia tras noticia. No es casualidad. Todo está diseñado para captar tu atención y no soltarla.

Los algoritmos descubrieron el truco: presionar los botones del miedo, la envidia, el deseo. Y funciona. Quedamos enganchados, sintiendo que estamos conectados con el mundo cuando en realidad estamos desconectados de nosotros mismos.

En este juego, si competís por velocidad o productividad, perdés. La máquina siempre va a ser más rápida.

Lo que la IA no puede hacer

Las máquinas no saben aburrirse. Y resulta que el aburrimiento es una puerta.

Cuando te das permiso para frenar, para estar sin estímulos, para hacer silencio... algo se abre. Un espacio donde las cosas realmente importantes pueden aparecer. Las máquinas procesan información. Las personas sentimos, intuimos, creamos desde lugares que no son lógicos.

Ahí está tu ventaja.

Es más fácil crear inteligencia artificial que aprender a manejar tu propia mente. La tecnología avanza rapidísimo. En cambio, aprender a estar presente, a no reaccionar automáticamente, a reconocer qué sentís... eso lleva práctica.

Y sin ese entrenamiento interior, la tecnología termina manejándote. Vivís corriendo de una cosa a otra, siempre con la sensación de que falta algo, de que no alcanza.

Tu cuerpo es un milagro de millones de años de evolución. Estás hecho de polvo de estrellas, literalmente. Podés sentir, respirar, estar presente. Podés abrazar a alguien, mirar el cielo, saborear tu café.

La máquina no puede hacer nada de eso.

Cuando volvés al cuerpo —a sentir la respiración, los pies en el suelo, el peso de tu cuerpo— volvés a tu territorio. Y en tu territorio, vos ganás siempre.

Tu victoria diaria

No hace falta meditar dos horas al día. Las victorias son más simples:

Un minuto sintiendo tu respiración antes de abrir el celular. Treinta segundos notando cómo están tus pies en el suelo. Tomar el café sin mirar ninguna pantalla. Mirar a los ojos a alguien cuando te habla.

Cada vez que hacés esto, estás ganando. Estás eligiendo tu humanidad por sobre la velocidad de la máquina.

La inteligencia artificial va a seguir avanzando. Las máquinas van a ser cada vez más rápidas, más eficientes, más presentes en nuestras vidas.

Pero vos tenés algo que ninguna máquina va a tener jamás: consciencia de estar vivo. La capacidad de sentir, de estar presente, de elegir dónde ponés tu atención.

La pregunta no es si las máquinas van a ganar. La pregunta es: ¿vas a entregarles toda tu atención o vas a guardar algo para vos?

Tal vez no se trata de ganar o perder. Se trata de recordar que no estás compitiendo.

En un mundo obsesionado con la velocidad, tu simple presencia, tu respiración consciente, tu capacidad de estar aquí sin hacer nada... eso no es perder tiempo.

Es recuperar tu vida.

Respirá. Sentí tu cuerpo. Notá que estás aquí. No es una derrota. Es la victoria más importante.